Albada 223



MATERTERUEL
(2 de Enero de 2011)

Lástima que las Elecciones no coincidan con fin de año y comienzo del nuevo; lástima porque tendré que hacer dos veces cosecha, recuento de lo vivido y sementera del porvenir; lástima porque cuesta bastante esfuerzo –casi pereza a estas alturas– no dejarse caer en el desánimo agridulce de aquel mi “historia es la ironía en marcha”, y acto seguido volver a creer en compromisos y promesas… todo sólo y además por obra y gracia de ser Año nuevo y de “nuevo” Elecciones.
Lo que me pasa, si les soy sincera, me duele especialmente por mi gente joven, y por aquello de qué ofrecerles para que hagan su vida aquí conmigo. Y si les digo que me encuentro un poco triste en este comienzo de 2011 al pensar en su futuro no les exagero, aunque perdónenme, que no quiero oscurecer las fiestas (al fin y al cabo les hablo desde una albada) ni tampoco dármelas a entender en estas fechas –ya de por sí tan proclives a emotivas escenas y ternuras varias–.

Lo cierto –y ustedes lo saben bien– es que lo que me sucede no es de ahora mismo… porque ya hace tiempo que mis páramos y sierras están cada invierno más vacíos, y que por no oír apenas ya balidos, y menos aún el trasiego de los hombres al faenar los campos, escucho…
Ahora que nuestro gran azul lo surcan de visita grullas y milanos, a veces les detengo y les pregunto por lo que harán mis hijos en otras tierras: apenas me contestan con un ya volverán por vacaciones, alegres, ávidos de encuentros con tus horizontes infinitos, con tus hermosos y queridos paisajes, conocidas esquinas de sus pueblos de la infancia… “¡que ya volverán!” –me vuelven a decir– como ellos mismos lo hacen: un instante intenso sólo para acariciar al vuelo tomillos y sabinares, enredar sus pestañas en las almenas de mis torres y empaparse del sol violeta al atardecer.

Y me duele, párpados flojos, desiertos escarchados, ser presa de las dudas y del temor al abandono. A mi, Teruel, tierra y madre cada día más sola y más hermosa, donde por doquier vuelven a anidar las miradas de las aves olvidadas y crecen las carrascas sobre los bancales rotos, me estremece este Año Nuevo y tener que despertar, nublada de recuerdos, al silencio conocido.
La sabia y antigua Luna en mi frío desvelar me habla, pero la tranquilizo: no temas, amiga, estiraré otra vez los brazos hacia el cielo, respiraré el alba tras la lumbre del ocaso, abriré más tierno, si pudiera, cada surco… y todo… por la esperanza… por si la lluvia del invierno y las promesas que vendrán en primavera consiguieran envolver -de nuevo- mi alma de piel terrosa con un poco de ESPERANZA.


¡Suerte y luminoso 2011, Teruel!.

3 comentarios:

  1. No vivo en Teruel, pero tus palabras pueden perfectamente escribirse de estas tierras. En esta Mancha, en nuestros pueblos, cada vez más envejecidos y con menos trabajo y futuro para nuestros jóvenes, que, como los de Teruel, tendrán que emigrar aun más para construirse un futuro.
    Hago un llamamiento a la esperanza y al sentido común, para ir a mejor en este 2011 donde no sólo haya promesas electorares y sí trabajo e ideas que nos hagan sentir mejor a todos. Teresa

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  2. Ana:

    ¿Cómo estás? Soy Elena Gea. Te encontré hace poco por estos mundos virtuales. Sólo quería decirte que da gusto leerte, especialmente tu último post. Te sigo desde Irlanda, al norte del norte.

    Cuídate,
    Elena.

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  3. Elena, no consigo tu direccion de correo electrónico para contestarte personalmente (si lees esto me la mandas a mi correo, please. Un besico. Ana Ubé)

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