Albada 338


COMIDA
(5 de mayo de 2013)

Resulta que a pesar de haber adelgazado tanto a costa de apretarnos el cinturón ya no podemos comernos ni un Huesito. Por lo menos un Huesito de los de “siempre”, made in Aragón. Porque si lo que quieres es uno de los de toda la vida, uno de esos de barquillo crujiente bañados en chocolate con leche que idearon e ininterrumpidamente se han venido haciendo en la aragonesa Chocolates Hueso de Ateca, muy pronto ya no los vas a encontrar fabricados por nuestros paisanos. Ahora en esta tierra nuestra, como nos está pasando con muchos otros productos y con muchas otras fábricas, empresas y talleres, nos quedaremos también sin poder producir la famosa “ambrosia–praline de chocolate” ideada en 1975 en las instalaciones de Ateca: con eso de la deslocalización se llevaran su elaboración a Polonia; allí las ayudas y la mano de obra a la multinacional que desde hace unos años gestiona su producción (2010) le deben resultar mucho más “apetitosas”, casi hasta el punto de producirle un empacho si se descuida. La misma multinacional que compró la empresa que allá por 1862 fundará Francisco Hueso se llevará también fuera (en este caso a la más cercana Valladolid) los conocidos caramelos “Respiral”.

A nosotros, y especialmente dolorosos para Ateca, nos quedarán los 120 nuevos parados, en aras del capitalismo feroz que tiene en la globalización una de sus más fervientes aliadas, el instrumento eficaz que no sabe de pueblos que se tambalean ni de familias que se hunden… sólo de cifras, convenientemente maquilladas que resultan más que nutritivas ya que engordan a placer los bolsillos de unos accionistas que en sus paraísos nada saben de un pueblo “antiguo” a orillas del Jalón y del Manubles.

La sombra de las multinacionales es demasiado alargada, extremadamente poderosa y la crisis, que favorece muchos desmanes “legales”, no sólo va aumentar la cuantiosa lista de parados: muchos otros, variados y graves, serán sus efectos. La producción de alimentos (tanto como el agua), se va a convertir pronto en uno de los problemas capitales de la humanidad, ya lo es realmente, aunque muchos no seamos todavía capaces de distinguirlo y prever sus consecuencias.

En Norteamérica estudiosos hay que empiezan a medir la pobreza de una población con la distancia que ésta tiene que recorrer para adquirir verdura y fruta. Eso si, la comida rápida, la comida basura, la tienen nada más abrir la puerta de su nevera; de nuevo se hace patente el poder que tienen las grandes multinacionales y la globalización, capaces de llegar a cualquier rincón de nuestras casas. Parece baladí pero no lo es en absoluto: cada vez más “gente” (y no sólo los habitantes de los extrarradios de las grandes urbes americanas) tiene que recorrer tal cantidad de Kms. para encontrar un establecimiento que le proporcione “comida de la buena”, un sitio donde adquirir vegetales, hortalizas, productos frescos… que su economía no le permite desplazarse en el coche hasta las mismas: “esa clase de comida” se ha convertido en un lujo, en alimento para ricos. La gordura, sin embargo, el colesterol y la grasa serán cada vez más patrimonio de todos, agrandarán nuestras caras y achinarán sonrisas entre mofletes rechonchos… es lo que tienen la comida basura que “cunde mucho”.

“Cunden” también las explotaciones de otros alimentos como las gambas. Para la creación de estas “granjas” se talan los manglares, se desforesta la selva, aumenta la salinización y la contaminación, desaparecen los deltas que regulan el aumento del nivel del mar… se planta el caos a cambio de conseguir un producto que nunca hemos comprado tan barato. Es la especulación, el dinero rápido y fácil para unos pocos a costa de todo, aunque este “todo” sea la supervivencia de nuestras regiones más fértiles. “Cunden” también, las mono-plantaciones de aceite de palma, responsables de uno de los mayores desastres ecológicos del momento que se está llevando por delante bosques y selvas enteras…

La lista de atropellos sería larga. Pero volviendo ahora a nuestras queridas galletas de chocolate, los ricos Huesitos que la multinacional de turno se lleva a otro país, sólo se me ocurre, además de lamentarlo profundamente, que quizás la vuelta al consumo propio, a la fabricación local controlada y de calidad (actualmente contenían algo de grasas hidrogenadas) podría ser un futuro (el futuro para este dulce aragonés y también para la mayoría de los alimentos cotidianos que tendríamos que empezar a buscar mucho más cerca), abrir un camino, aunque sea al principio pequeño, que no deje a esa hermosa tierra bilbilitana sola esperando junto al Jalón y el Manubles






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