Albada 185


La otra
(DdT 11 de abril2010)

En los estantes todavía quedan seis botes de mermelada del año pasado. Son seis frascos de color rojo intenso.
Tras el amanecer, donde ayer había sombra de olmos invernales, hay ahora reflejos encarnados: el sol, después de colarse por la ventana sin cortinas, resbala sobre los tarros de la confitura.
La estancia es el interior de un gran calidoscopio en el que se mueven lentamente luces escarlatas, reflejos brillantes, a ratos violáceos, a ratos púrpuras. Desde lo más alto hasta el suelo la habitación se va envolviendo en destellos.
Fuera, el aire agita árboles en flor. Como si lloviera desde el fondo de un espejo, resbalan por los cristales cientos de pétalos tintados, diminutos, inaprensibles, apenas transparentes y rosados.
Cerezas confitadas, jalea de cerezas y sobre la mesa de la alacena, a medio acabar, una botella de licor rojo brillante.
Revolotea el insecto sobre su cuello empapado de almíbar. Sin prisa, perezosa, la primera mosca de la primavera es la reina de la cocina silenciosa. Su compañera, la polilla voraz, mariposa nocturna devoradora de bibliotecas y roperos, no quiere dulces y prefiere dormitar en el rincón más oscuro del armario.

No hay nadie allí desde que empezaron los fríos. Al cerrar el portalón la mano helada, resonó por última vez la risa del nieto y la tos seca del abuelo. Desde entonces sólo deambulan por el pasillo el azul lunar y el polvo suspendido en un oblicuo rayo amarillo.
El edificio entero aguarda. Sueñan los manteles desplegarse, las camas deshacerse y enredar sus púas los tenedores del primer cajón. Toda la casa y la lagartija quieta esperan atentas el definitivo chirriar de ruedas sobre la gravilla del jardín.
Hoy, al fin, con la llegada de los pájaros del sur, la casa de los días largos y las noches acunadas por el canto de los grillos; la de la piscina, los columpios y la hamaca frente al porche,
la otra, despierta del letargo mientras florecen, dentro y fuera, las cerezas.



1 comentario:

  1. Los cerzos florecen, que vaya despertando la otra pues pronto será tiempo de cerezas.

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