Albada 207


CREATIVIDAD

Crear. Pensar. Más que nunca necesitamos ejercitar esos verbos. Más que nunca y ahora, porque nos acabamos de dar cuenta (la palabra crisis nos deslumbró al encenderse sin previo aviso) de que no sabemos dónde vamos, ni de quién ni de cómo es el futuro.
Inventar, discurrir, cavilar sobre cosas pequeñas y grandes, sobre ideas hondas e increíbles, sobre sueños que ni siquiera tienen nombre. Todos, sin falta todos, deberíamos practicar cada uno en su día a día la creatividad. Fomentarla. Sacarla a flote desenterrándola de entre tantos años de experiencia acumulada que nos han cubierto las ansias de buscar, explorar y encontrar tras el follaje espinoso de la complaciente resignación, la aceptación abúlica, acomodados, satisfechos de, en y por lo que “nos van dando”.
De niños el mundo es un inmenso universo que nuestras pequeñas manos exploran con avidez, al que nuestros pasos vacilantes, que apenas nos sostienen, no dudan en salir. La capacidad que tenemos en la infancia para investigar y descubrir es tan grande como nunca más lo será en el resto de nuestra vida: luego, año tras año, perderemos gran parte de la creatividad porque nos crecerá también –y mucho– la angustia de equivocarnos; dejaremos de buscar lo original, de inventar lo novedoso, de pedir lo mágico, por el miedo al fracaso del error que tanto hemos penalizado en la sociedad de los “adultos”. Todo a cambio de la comodidad del dejarse llevar que desconoce los imprevistos.
Arriesguemos, porque mientras seguimos perseverando en el no pensar, en el no imaginar, vamos perdiendo cada día un poco más aquel futuro que adivinábamos de niños, el norte de nuestra propia existencia.
Y mientras cada día nos levantamos con la creación de algún nuevo think tank , esos “tanque/laboratorios de ideas” algunos de los cuales ya exprimen los partidos –piensen si no en el último ex-presidente y la FAES–, me pregunto qué nos ofrecerán los programas electorales a la vuelta de unos meses… ¿Serán nuestros políticos capaces de alguna “ocurrencia brillante” nueva, ilusionante y –claro está– posible… ¿conservarán nuestros egregios representantes alguna dosis todavía de “creatividad” para ser capaces de ofrecernos un proyecto para nuestra provincia?, ¿se arriesgarán a pensar en “algo” –que no suene a lo de siempre, ya perdido- en lo que podamos creer sin tener que esforzarnos mucho?
Esta semana de camino al trabajo he empezado otra vez a cruzarme con decenas de niños que acaban de empezar la escuela. Estrenan cuadernos y lápices, pero sobre todo siguen llevando la ilusión, la emoción por la vida (no hay más que mirarles a los brillantes ojos). Desde el coche les veo cruzar por el paso de cebra, algunos ya entran a la escuela, y sólo se me ocurre pensar que ojalá sus maestros sepan conservar y fomentar en ellos la creatividad y la imaginación, que les cuiden, que les mimen esas ganas de explorar y descubrir nuevos, y en definitiva, esperanzadores horizontes donde se encuentra su futuro.

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