Albada 303



CUMPLEAÑOS FELIZ
(5 de agosto de 2012)


A veces hay vidas que no “merecen la pena” de verdad hasta los cincuenta, pero por eso mismo esperas y esperas, como en esas películas que hasta la mitad no hay quien sepa de qué van, pero que “algo deben de tener” que hace que sigas allí sentado, inmóvil en el asiento de la sala oscura, “por si acaso”.
A veces hay vidas que transcurren anodinas, planas y predecibles como esas novelas en las que nunca sucede nada, sólo el tiempo estirando los finales y un índice y un pulgar pasando las páginas con desgana; pero ambas, vida y novela, de pronto, al llegar al medio, se vuelven apasionantes, te envuelven en un torbellino del que es imposible ni siquiera querer salir… tanto te gustan, tanto te “enganchan”, ¡tanto se siente a los cincuenta!
Y entonces, cuando el feliz hallazgo ocurre, sólo vives para “tu instante” y se te olvidan con gusto muchas cosas: se te olvidan las líneas de tiza pintadas en el suelo que no llevaban a ninguna parte, líneas reflejadas en tu cara que son tu día a día, mes después de mes, año tras de año; se te olvida el tiempo en que estuviste tan sólo aprendiendo a hacerte el muerto, se te olvida todo porque a veces, en la vida, es un obstáculo inútil la memoria.
A partir de ahí, de “aquí”, ¡qué el reloj desteje calendarios, qué cuenten, si quieren, otros el tiempo!

Todos estos pensamientos los “siente” ella mientras va de acá para allá por su casa, extendiendo manteles, cubiertos, copas… Preparar una fiesta de cumpleaños tan especial lleva mucho trajín, te ayudaremos, le dijeron las amigas; pero ella les contestó  qué era su fiesta y lo sería hasta en los preparativos.
Porque lo qué no sabían las amigas,  ni sabría nadie más que ella (¡y él!), era qué lo que aquella noche celebraban eran mucho más que las cincuenta velitas de la tarta.
¡Radiante!, ¡qué bien te sientan los cincuenta! le dicen todos mientras comienzan a llegar. Y entonces se multiplican risas y regalos y en el Cumpleaños feliz, él le roza la mejilla con el beso, y ella sonríe por dentro, y piensa también, qué más que nunca es y será siempre aquella “su fiesta”, su momento y…
Y es que veces, afortunadamente, todavía hay novelas y películas, y también vidas, que tienen un final sorprendente, feliz y apasionante; a veces, al llegar más allá de la mitad, descubres que aquellos largos, aburridos y cansinos preparativos de la vida, “han merecido la pena”. Tan sólo hay que saber esperar un poco (esperarle piensa ella) antes de cerrar la tapa del libro o antes de que se enciendan definitivamente  todas las luces de la sala.






Y LOS DÍAS NO ESTÁN LO BASTANTE LLENOS


Y los días no están lo bastante llenos


y las noches no están lo bastante llenas


y la vida se desliza como un ratón de campo


sin mover la hierba. (Ezra Pound)









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