Albada 339




AHORA
(12 de mayo de 2013)

 
Para recordárselo y con la idea de que sea lo primero que vea al despertar ha escrito la frase en una cartulina y la ha pegado en la pared frente a la cama. No es que sea olvidadizo, al contrario, como corresponde a una de sus mayores preocupaciones, siempre ha procurado llevar al día la “lista de las cosas pendientes” para no dejar nada ni a nadie sin lo que se espera de él. Martín ha sido desde niño alguien ejemplar, lo que se dice “una persona como debe de ser”.

Últimamente se le han complicado tanto las cosas que no llega ni a la mitad de esa “lista” y ve que la vida es muy frágil, que toda una existencia repleta de empeños y perseverancia se derrumba tan fácilmente como un castillo de naipes (cuanto más alto y delicado es el castillo, cuanto más tiempo ha costado construirlo, más fuerte y estrepitosa es la caída).

Las preocupaciones se le agolpan en las sienes y un nudo le oprime el pecho casi constantemente. Pero hoy, ahora, está Martín en ese breve intervalo del “casi”: el aire tibio penetrando en los pulmones, cada uno de los sentidos funcionando con precisión… está en paz con su cuerpo y, por una vez, hasta con su alma: no piensa, sólo siente; se deja invadir por la curva sinuosa de la verdeante ladera, por el canto del jilguero y la calandria, por la sombra del nogal ya en flor. El campo, después de las lluvias y la nieve inesperada de abril está esplendido. Como si nada hubiera sucedido antes, ni problemas, ni preocupaciones, como si no hubieran existido volcanes, ni miocenos, ni pleistocenos, como si el viento de febrero y la helada de marzo fueran un sueño. Los campos sembrados son cuadraditos de verde- limón y verde-esmeralda y Martín piensa que fuera de allí, de aquel ahora que no alcanza a terminar, está la tormenta y que el camino es el camino amorosamente trazado, que el árbol es el árbol y crece con todas sus ramas en armonioso orden, que las piedras son piedras nada más porque ya cumplen con serlo, que los pájaros cantan porque es lo que se quiere de ellos, que todo esta en su sitio, donde debe y donde se espera. Es el AHORA y es su ahora, es el ahora de todos los instantes, lo único que existe.

“No conozco la clave del éxito, pero se que la clave del fracaso es tratar de complacer a todo el mundo” Desclava la frase del W. Allen de la pared frente a la cama. Ya no la necesita, tiene el instante.

2 comentarios:

  1. Impresiona la soledad,ella ha sido el motor de la evolucion cultural de la civilizacion

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  2. No conozco la clave del éxito, pero se que la clave del fracaso es tratar de complacer a todo el mundo

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