Albada 189



EN LA PIEL DE LOS OTROS
(DdT 9 de mayo, 2010)


Durante la primera noche dormí sin sobresaltos.
La quinta, mil cretinos me salieron a la luz sin fuerza, como esos cohetes borrachos que zigzaguean en la oscuridad para desaparecer luego sin un triste trueno, sin ni siquiera un amago de chisporroteo.
Cuando entré a la oficina lo hice repitiéndome mentalmente aquella frase, desgastada de tanto usarla las últimas semanas.
Si estás atravesando un infierno, sigue adelante y no te detengas, si estás atravesando un infierno, sigue adelante y no te detengas, si estás…-¡dichoso psiquiatra y dichosos mantras!
La caja de cartón pesa bastante, pero se que nunca será lo suficiente: la carga será siempre liviana como para contener dentro los recuerdos de veinte años… aunque nunca me detuviera, aunque siempre siguiera adelante acarreando mi pasado, siempre será demasiado ligera.
Primero, el archivador de abajo repleto de carpetas; luego, el segundo cajón con agendas garabateadas de años olvidados, tarjetas blancas de gente que en realidad nunca había conocido, bolígrafos sin estrenar, lápices mellados, más tarjetas, más sobres amarillos, más informes grapados en fotocopias borrosas e ilegibles… En el tercero, una goma redondeada, gastada, verde y otra rosa nueva, una bolsa vacía de clips, más sobres, más tarjetas… y papeles con mi firma, ¡cientos de papeles con mi firma ya inútil!.
Se que el contenido de la mesa de aquel despacho del fondo, abarrota ahora una caja de cartón absurda. Son tres cajones y un calendario de anillas, y la postal de Estambul pegada a la base del flexo y la funda con las gafas de cerca… todo, todo absolutamente innecesario, y todo me lo llevo.
Hoy, después de tantos días, estoy desasosegadamente calma, como ese mar plano a la orilla que se adivina bullendo el horizonte.
Nada que decir, la palabra es una llave, el silencio una ganzúa.
Escucho las noticias, leo periódicos atrasados acodada en la barra del bar... Estoy más atenta pero tengo más sueño que nunca.
Les llamo, me llaman; quedo con antiguos compañeros, todos con las mismas cajas de cartón repletas con el contenido de tres cajones, las postales de las vacaciones, los albaranes con sus firmas borrosas e inservibles.
Algunos dicen que van a volver al pueblo mientras hay quien asegura que en la otra ciudad, la vecina grande y enredada, podría haber más suerte. Teruel se queda pequeña y exigua, para unos; Teruel
se vuelve grande e inhóspita, para otros.
Esta mañana he madrugado de nuevo y he hecho el mismo recorrido de tantos años. Sentada en la escalera de la oficina cerrada, repito la frase subiendo y bajando la cabeza…
el paro, y sigue adelante y no te detengas…
Mientras sueño que un resorte mágico abre puertas secretas y entro en estancias infinitas, imagino que el infierno ha quedado al fin atrás.


1 comentario:

  1. Qué diferente puede ser una ciudad para unas u otras personas, para unos exigua, pequeña, para otros grande e inhospita. Nunca había pensado en Teruel como ciudad inhospita, en todo caso pensemos que el infierno ha quedado atrás.

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