Albada 197




JULIO 2010
(4 de julio de 2010)
Son las cinco menos cuarto, y hace calor. Hace calor dentro y fuera de la casa. El hombre no sabría decir, si acaso le preguntaran, donde hace más, aunque sí sabe que en este preciso momento preferiría mil veces estar en la calle que en el salón de su casa, por mucha temperatura que desprendiera el pavimento marcado a fuego por los coches.
Es julio, y quedan exactamente 185 días para que acabe el año. Muchos días, muchos finales de mes le parecen, hasta el próximo Año Nuevo.
Va a costar un poco, pero es lo que toca, le dice él mismo al cuello de su camisa antes de empezar. Pero ya no tiene excusas: la mujer ha cumplido con su parte del plan y ha conseguido reunir a toda la familia en el salón (y eso que ahora en verano no hay manera de que los horarios de los seis coincidan: siempre hay quien se ha quedado a comer en la piscina, que tiene antes la hora del repaso de inglés, o el partido de tenis, cuando no son las amigas de la niña llenando todo de risas y grititos…).
El padre transpira un poco más de lo habitual. No sabe si será por el calor, o porque no está acostumbrado a estas reuniones familiares, pero no recuerda haber sudado tanto en su vida desde aquella vez que se quedó encerrado en el ascensor más de dos horas (menos mal que Daniel, el portero, consiguió abrirle antes de que el técnico del ascensor llegara -tres horas después, claro-).
Va a costar un poco. Pero es lo que toca, dice en voz alta y ya a todos esta vez. El tono de voz del padre de familia que pretende ser tranquilizador, les parece a los hijos un tanto cómico, por su pose de “colega”, juntándose con su mirada seria, la sonrisa forzada de los labios y el sudor empapando las axilas de la camisa, perlando la incipiente calva de la frente.
Y antes de nada va y les habla de cifras, de gastos y cuentas corrientes… y les sigue hablando de nóminas rebajadas y de impuestos… y al final, como buen maestro que predica con el ejemplo, se decide a sacar la última factura de los teléfonos móviles (esa que acaba de llegar y que ya en el gasto del mes de junio aplica la dichosa subida del 18 %).
Les explica a los más pequeños lo de las vacaciones, lo de la reducción de las visitas diarias al Parque Acuático, algo más sobre los tres viajes en la feria, las chucherías... continúa con la hija y el hijo adolescentes y la ropa y las tardes tomando refrescos en las terrazas del centro comercial y el esto quiero, esto necesito, y la gasolina de la moto, y los viajes de fin de semana…
Los hijos miran a la madre y entienden al fin todo en su silencio.
La recesión global y, así de pronto, el tener que prescindir, el aprender a valorar de nuevo. Puede que el DESARROLLO sea al final una familia hablando, una familia decidiendo ante las dificultades. Eso y cabrearnos -¡cómo no, con muchísima razón!- al recibir la factura del teléfono acrecentada y la nómina mermada.
Fuera, en la gran ciudad, el calor es asfixiante. Mar de crisis y botes salvavidas bordean los perfiles de las casas.
Es julio y como cada verano fantasmas de asfalto (este año muchos más), se levantarán por la calle.

1 comentario:

  1. Este verano nada será igual, las economías familiares sujetas a los recortes del gobierno de nuevo tendrán que apretarse el cinturón. En tiempos de vacas gordas no fueron invitados al festín y a la opulencia con la que vivían muchos españoles. Ahora son invitados al ahorro. Esperemos que esto sirva de algo y nuestros gobernantes se lo piensen mucho más a la hora de endeudarnos.

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