Albada 215


TERUEL
(DdT 7de noviembre de 2010)

La situación da para mucha crítica ácida, para mucho enfado, para muchas revanchas y desquites, para muchos ya se sabía, se veía venir, para otros muchos cómo es posible… es una vergüenza, todos los políticos son…

Sería una letanía angustiosa recoger aquí los comentarios de los ciudadanos turolenses estos días, pero el caso es que Teruel, más cenicienta endeudada, más huérfana hipotecada… más desprotegida y abandonada que nunca, se mira y no se lo cree.

Esta ciudad que recorta silueta en azules increíbles, esta pequeña ciudad que podría ser ejemplo de buen hacer y de mejor vivir, se nos ha ido poco a poco de las manos, se ha ido deslizando despacio e inexorablemente hasta tocar fondo y, vencida, se ha dejado hacer: los últimos acontecimientos de esta semana han sido en realidad el ruido sordo de un simulacro de chapoteo; el mal venía de mucho antes.

Cuando al anochecer nos guardamos algo de la rabia para olvidarla entre los párpados cerrados, cuando nos dejamos fuera de las ventanas los jirones de las preocupaciones, la ciudad se nos levanta en sueños, distinta, resplandeciente, como si fuera tan de plata como la luna.
Es la Teruel soñada. Teruel, donde futuro e hijos se pueden conjugar juntos; Teruel, donde honra haber nacido y cuyo nombre se oye entre escalofríos en la locura de la gran ciudad que un día lejano nos cobijó separándonos de ella hace tantos años… Teruel, la ciudad de las hermosas, de las cómplices torres vigilantes; la Teruel del Turia cadencioso que la abriga; la perpetua Teruel helada de aquella guerra; la ciudad por la que saltas de gozo con el pañuelico rojo, la generosa, la hospitalaria, la Teruel imaginada…

Despertaremos ahora a los siete meses y, tras el paréntesis forzado de la espera, las elecciones y un de nuevo hablar de sueños… y confiar, y apostar o quizás creer… y siempre esperar

Hermana, tierra amiga, cuerpo seco…” Teruel. Cómo duele a veces nuestra querida ciudad… Ganas dan de acariciarla, de decirle que no pasará nada, que esté tranquila, que saldremos adelante… ganas dan de mentirla y de cantarla…

2 comentarios:

  1. Vengo de pasear por sus calles y estoy todavía más convencido. No nos merecen. Nos harán esperar siete meses para volver a más de lo mismo. Y sé que estás de acuerdo. ¿O no echas de menos los árboles de la Plaza de las Monjas?

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  2. Fue un asalto casi con nocturnidad y desde luego con alevosía (el disgusto que me llevé aquella mañana aún me dura...)
    Esos álamos blancos
    nos vieron a muchos de nosotros crecer; es más: siguen en algunos de nosotros creciendo cada día
    Ana

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