Albada 175

GENIUS LOCI
(24 de Enero de 2010)


Esta semana se hacía público el resultado del concurso Europan 10 con el proyecto premiado para el reordenamiento de La Vega del Turia a su paso por nuestra ciudad. Ahora que sin querer echo vista atrás veo que son muchas las veces que he hablado en estas albadas de la Vega de Teruel. Quizás por formar más parte de mi vida de lo que yo creía ese paisaje que me ha acompañado desde niña, quizás porque me parece tan frágil, tan vulnerable, el caso es que siempre me ha merecido todas las consideraciones. Recuerdo las mañanas frías de otros eneros antes de ir al Juan Espinal, esos desayunos junto al serrinero, las manos rodeando la taza caliente, el Cola- Cao tomado a sorbitos frente a la ventanas de aquel luminoso quinto piso con miradores colgados sobre la ribera y la estación de trenes, el cielo todavía de amanecida, y más allá, el verdor de los chopos envolviendo el azul silencioso del río; me veo con trenzas junto a las ventanas abiertas a los atardeceres de junio, espiando al sol escondiéndose tímidamente sobre la Muela del Pinar, luego rozando el Barrio Jorgito, después hundiéndose por San Blas y la carretera vieja de Zaragoza… sonrío al recordar escapadas de adolescente desde el Instituto vecino que ahora lleva su nombre... ¡ay aquellas pequeñas cosas que cantaba Serrat!...
Me ha tranquilizado lo que hasta ahora he leído sobre el proyecto seleccionado para la Vega por la UE (no me ocurrió así con el favorito de nuestro consistorio -menos mal, mira tú por donde, que la crisis lo hacía inviable). También he leído con agrado las palabras de una de sus arquitectos, Berta Barrio, hablando de mantener “la magia de su carácter, su Genius Loci” ( me resulta curioso y muy estimulante escuchar hablar de fenomenología para mi tierra, sorprenderme porque alguien se pregunta y preocupa por el Genio de la ciudad, y evoca las teorías de Norberg-Schulz para un paisaje tan nuestro, tan cotidiano y entrañable.)
La última vez que estuve en la Alhambra me traje entre los centenares de fotos de la fantástica colina roja, la de una pequeña placa casi desapercibida. En ella, entrecomilladas, las palabras de Torres Balbás, el arquitecto-conservador sensible y riguroso, resumían en una frase todo el temblor de una pasión: “Para los que amamos la Alhambra, para los que a ella hemos consagrado nuestro entusiasmo y nuestra actividad, para los que hemos interrogado febrilmente muchos de sus secretos y fuimos viviendo con el monumento al compás de nuestra propia vida, su porvenir será siempre motivo de inquietud”. Bien, esa “inquietud” es la misma que nos hará mantener lo mejor de nuestra ciudad y hacerla cada día más hermosa. No hay que perderla nunca. En ella descansa el Espíritu del Lugar, nuestra identidad, el Genius de Teruel, ése al que si cuidamos hará que siempre nos sintamos en nuestra ciudad como en casa.

2 comentarios:

  1. Preciosa albada, aunque no soy demasiado optimista. Nuestras soberbias autoridades harán lo posible para no permitir que alguna obra pública no lleve su sello mentecato. El mero hecho de que sean autoridades políticas las que elijan cómo debe hacerse la rehabilitación del un río ya sirve para desacreditarla. Mira cómo rehabilitaron la confluencia con el Alfambra del Guadalaviar y verás por dónde van sus siniestras ideas. Pero por lo menos la cosa genera textos como este.
    Salud.

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  2. Gracias Antonio. Decía el poeta Simónides que "también para el silencio existe una recompensa sin riesgo"...
    yo por si acaso prefiero arriesgarme y hablar (aunque sea bajito)
    salud y fraternidad

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