Albada 180




EL ARTE DEL BIS

Desde niño era lo que quería. Y de mayor también. Siempre había soñado con ser importante, había esperado ser alguien. Y ya que no lo fue por listo ni por ocurrente, lo que le sacó del anonimato, de la medianía que él tanto aborrecía, fue su asombrosa capacidad de repetir.
Repetimonas le llamaban los niños de la clase cuando les recordaba al pie de la letra la última retahíla de deberes que preferían olvidar; repetimonas le gritaba su hermana mayor cuando remedaba delante de la madre sus conversaciones a escondidas con el noviete de turno. Pero él nunca se dio por aludido. Por el contrario bien pronto decidió sacarle partido a su extraordinaria capacidad de poder repetir sin equivocarse cualquier cosa que oyera.
Aquella habilidad suya que en el instituto fue el origen de algún que otro ojo morado y de bastantes más disgustos con su querida hermanita, fue sin embargo la que le permitió acabar la carrera con facilidad y hasta -según comentario no exento de envidia de alguno de sus compañeros- con escandalosa comodidad. Lo cierto es que con la edad se aplicó en utilizar aquella memoria prodigiosa sólo para su propio beneficio, lo cual le libró de no pocos embrollos.
Sólo una vez apareció el vértigo. Sólo aquel tropiezo, el contratiempo con el viejo profesor de ética de quinto. Apunto estuvo, a un tris, de suspenderle y estropear el historial de su brillante porvenir. Él fue el único que descubrió su secreto, la certeza furtiva que siempre había conseguido ocultar.
Que no pensaba, le dijo. Que era incapaz, no ya de tener ideas más o menos buenas, más o menos acertadas, sino de tener una sola idea propia. Que era un repetimonas, un fraude vamos, le dijo, una cotorra de pensamientos y de juicios ajenos que no llegaría a nada.
Se le hizo más tarde de lo habitual en el despacho: la cita bien requería un poco más de esfuerzo. Mientras bajaba a la sala, aprovechó el espejo del ascensor para anudarse de nuevo la corbata. Entre luces y micrófonos avanzó seguro hasta el atril. Todo controlado; lo tenía, como siempre, todo controlado.
Las consignas y argumentarios políticos es lo que tienen: son extremadamente fáciles de memorizar y más para alguien como él “que no pensaba”. Cuando las cámaras de televisión le enfocaron, su primera sonrisa, mal disimulada y sesgada, se la dedicó a aquel viejo profesor.

Albada 179

(detalle del mural en el Mausoleo de los Amantes de Jorge Gay)



I.J.
21 de febrero de 2010

Hace tiempo que ya no asombra que el sueño continúe. La sorpresa empezó a terminar justo el primer día del primer año que se vio a todos, a casi todos, juntos, festivos, alegres y algunos hasta emocionados… ¡y eso sin ser Vaquillas! Pese a la incredulidad, pese a nuestra obstinada indolencia ahí estaban: calles de un Teruel diferente pero no extraño, curiosamente más familiar, más abrazable que nunca; aire envuelto en un silencio blando que sale de ruidos pequeños, pisadas amortiguadas por paja sobre el asfalto escondido, mareas de gente vestida con puntadas nuevas sobre los calcos del pasado. Bailes gentiles, sabor a humo de hoguera y una historia tristemente hermosa habitando de nuevo nuestras calles.

Mientras allí arriba cobijados en el Mausoleo, escoltados por la torre más austera y antigua, reposan dos cuerpos y se despliega otro silencio, el imaginario compartido más querido, el sueño colectivo de mi ciudad está de fiesta. Como en un País de las Maravillas todos nos hemos puesto las mejores galas y hemos pintado rosas rojas preparando el encuentro de Juan e Isabel. En el aire las campanas son chispas de luz sobre la penumbra fatídica del anuncio de los tambores: alguien sube por la escalera y su corazón tiene prisa, y eso todos lo sabemos hoy en Teruel.

Para los turolenses que hemos nacido a la sombra de la leyenda, y hemos sabido de ellos casi al mismo tiempo que esperábamos a los reyes magos; para todos los que hemos contado infinidad de veces con mimo y cariño su historia a los que nos han visitado, y les hemos contaminado con nuestra sonrisa la esperanza de que una pasión así puede haber sido verdad, y que no hay mejor ciudad que la nuestra para cobijarla… para todos nosotros, turolenses, es fiesta.

No pensamos estos días ni en los giros sintácticos de los papeles de letra antigua de Yagüe, ni en estudios pormenorizados, ni en comendadores de Alfambra, ni en Girolamos ni Salvestras porque las sombras se vuelven pálidas al alba y nadie pide a los sueños certificado de autenticidad… Hoy nos toca vivir la ilusión y dejar que el sueño continúe.

Albada 178

ENGANCHADOS


Y aunque hoy no fuera día de San Valentín diría lo mismo. Que sí, que vaya que sí engancha: escuchar cantar al cuarentón Coque Malla con su voz de adolescente “no puedo vivir sin ti y esas imágenes de parejas, un tanto cómicas – aunque unas con caras más perplejas que otras- a punto de perder el poder absoluto sobre sus cosas por un no puedo estar sin ti, no hay manera”, atrapa a cualquiera. Entretenidos como estamos en imaginar si habrá para ellos un fueron felices hasta te hacen olvidar que lo que estás viendo en la tele es un anuncio más de muebles de aquella república independiente de tu casa.


Y es que eso, eso de independienteeso de repartir cama y armario, eso de empezar a convivir en pareja y ocuparse de que en la nevera haya para dos, de que el mando a distancia sirva para dos, de que tu cama se convierta en el lado de tu cama, tu sillón en tu trozo de sillón; eso de decidir quien saca la basura y quien lleva el coche a la ITV, eso de encajar que este fin de semana al otro le apetece quedarse en casa o que a ti ir a ver la última peli de Haneke no te apetece nada, nada, eso...

Me dijiste que te irías, pero llevas en mi casa toda la vida, debería estar cansado de tus manos, de tu pelo, de tus rarezas, pero quiero más, yo quiero mássigue cantando el de los Ronaldos… Definitivamente si a algo hay que llamar Amor con mayúsculas debería ser eso: eso de seguir queriéndose pese o precisamente por no poder vivir sin ti. El frágil, emocionante y excitante equilibrio entre tu espacio, el suyo y el territorio feliz de los dos, el conseguir que la libertad sea la única cadena que nos tenga “enganchados”…

Bueno, y toda esta perorata total por un anuncio en la tele del Ikea... o será quizás porque le pone música y letra aquel cantante que me gustaba hace años, o simplemente porque hoy es la fecha que es...
Pero ya que he empezado con una, y porque además estamos en nuestro Teruel, en la Ciudad del Amor (le pese a quien le pese es un hermosísimo título, el mejor), permítanme terminar con otra canción. Siempre que se la he escuchado a Labordetaaunque él dice que lo de cantar jotas no es lo suyo- se me eriza la piel cuando le oigo aquello de: el amor es el silencio, la palabra guardada en el pecho, es el mar batiendo contra el mar, son las islas halladas entre la soledad…porque no nos ven hablar dicen que no nos queremos, a tu corazón y al mío se lo pueden preguntar…Feliz Día de los Enamorados, pues.

CANCIÓN DE AMOR por JOSÉ ANTONIO LABORDETA






Albada 177



BEAGLE
7 de febrero de 2010


Me dice que ahora mismo le gustaría pensar que aún se venden billetes para aquel velero bergantín, levar anclas y acompañar a Darwin dando la vuelta a un mundo todavía sin descubrir. Me cuenta que algunas veces, aunque sólo fuera por probar, no le importaría pasar un frío de espanto mientras atraviesa la misteriosa y hermosa Antártida sobre el trineo helado de Shackleton… o, por qué no, salir en busca del Dorado, montar en la galera veneciana con Marco Polo rumbo al Lejano Oriente…o que incluso se conformaría con algo más cercano, más a mano –dice- como recorrer agarrado de la capa de Superman los cielos de Nueva York, jugando al corre que te pillo con los rascacielos de Manhattan, el caso es salir de aquí. Y es que -me repite ya riendo- le ha dado de repente por tener que irse, por necesitar darse, urgente e inaplazablemente, un garbeo fuera.
Debe ser que se te despierta en las venas ese instinto de pitecantropus errante que aún llevamos dentro, o que al final vas a resultar un nómada como aquel de la canción del Battiato… le contesto yo también riendo,
Pero no tarda en sacarme del error mi amigo. Porque lo que a aquel Ulises moderno le estaba ocurriendo no era un complejo cualquiera por abandonar su Ítaca particular con billete de vuelta en el bolsillo, ni tampoco se trataba de un repentino amor por las emociones fuertes. Desde luego no le podían las ansias de aventura, ni huía del aplastamiento que produce en muchos espíritus inquietos lo cotidiano. Lo que le ocurría, simple y llanamente, era que estaba aturdido, asombrado, y en algún momento me confesó que hasta un poquito espantado amaneciendo día a día en nuestro querido país. Y en todo caso es comprensible, porque también esa retahíla de emociones nos han pasado por encima un poco o un mucho a todos los españoles esta semana: despertarse del sueño y volver a tener que hacernos a la idea de que somos un país que marcha por detrás del resto de los países de Europa, aguantar el chaparrón de las afirmaciones del gurú Roubini llamándonos “amenaza para la zona euro” o el triste panorama que nos ha descrito el Nobel Krugman (otrora mucho más benevolente con España) achanta y fastidia a cualquiera. Es más que difícil llevar con garbo y con gracia que nos digan eso de que hemos colapsado, de que en la Bolsa la consigna es vender España…¡ahora que habíamos empezado a sentirnos uno más de los de arriba, y que el orgullo español no sólo lo llevábamos prendido en la camiseta de la selección de futbol!
Normal, pues, que este amigo mío, aunque siempre ha sido algo exagerado y muy peliculero, diga lo que diga; normal que todos nos palpemos la ropa, miremos hacia otro lado y no sepamos donde agarrarnos... Comprensible, pues, hasta que alguno se invente sueños de expediciones en barcos imposibles: a nadie se le escapa que requerirá de mucho esfuerzo, sacrificio y mucha imaginación sacar a nuestro país a flote; y que, siguiendo con el símil del barco, necesitaremos de una muy buena brújula, un capitán de pulso firme y una tripulación unida. La cuestión de cómo navegaremos, de que nos dejaremos en el camino o si el puerto será seguro no tendrá más remedio que vivirla mi amigo junto con todos nosotros, porque no hay Beagle que valga para escaparnos (hace tiempo que sólo es recuerdo)