“Y de golpe, delante de ti, Teruel. Sus sierras, sus caminos, se yerguen ante ti, te asedian, te embisten, te cobijan, una mezcla de amor y odio se enfrenta, hasta que una tarde cualquiera uno queda asombrado por el color de sus tierras, sus otoños, sus piedras, sus gentes, sus verdaderas gentes: esa pareja que a primeras horas desciende El Campillo con su carga de piñas; o esa masovera que, en mitad del pinar, recuerda a sus hijos casados, allá en ‘las barcelonas’; o esos labradores que duramente sobreviven; o los mineros, o los pastores, o ese tipo jovial que, a escondidas, te enseña los proyectos de un nuevo Sindicato y tantos y tantos otros que así, sencillamente, te ofrecen su amistad, su casa, su paisaje, que al fin te das cuenta de que te sientes unido con la luz cegadora que embisten esas torres mudéjares perdidas en el cielo[…].
Pasan los años y los amigos crecen por el paisaje serrano, o por la hermosa vega del Turia –humilde como toda la tierra turolense–, y cuando un día hay que recoger la casa, levantar los bártulos y regresar al solar donde uno se fue haciendo hombre a costa de los muertos, aquellas tierras, aquellos tipos y paisajes te rondan el recuerdo un día y otro día hasta que una tarde decides otra vez ir a su encuentro, reviviendo con ellos las pasadas horas...” (Texto de José Antonio Labordeta publicado en Andalán)
Canción Adamar (J.A. Labordeta y M. J. Hernández .Poema de A. Guinda):