Albada 317


FILÓSOFO
(18 de noviembre de 2012)

Aunque apenas cuenta 23 años (en realidad los tiene que cumplir el próximo mes de diciembre) Rainahar es filoso. ¡Eres todo un filosofo! le grito yo cuando arranco mi coche y comienzo a enfilar la bajada al pueblo. ¡Fi-ló-so-fo, qué es filósofo! repite él riendo, la figura de pie, inmóvil, envuelta en la manta de color tan incierto como la piel de sus manos heladas sujetando el bastón. Me gusta parar a conversar un rato con él antes de llegar a casa; un tabaco ¿sí? Me das cigarro, ¿por favor? se atreve a pedirme mientras hablamos. En esta época del año nuestras conversaciones no ocurren muy a menudo, no siempre tengo la suerte de encontrarlo junto a la carretera vieja como esta tarde; y es que Rainahar con la llegada del otoño prefiere ir con su ganado a las ramblas y vaguadas de debajo de la ermita, mucho más resguardadas que estos altozanos. Hace mucho frío hoy. El viento del norte se ha enseñoreado de los campos aún no sembrados y consigue arrastrar hasta aquí algunas hojas rojas y amarillas de los olmos del río vecino. La hora temprana que marca mi reloj la desmiente el precipitado oscurecer de este final de noviembre; en un poco ya es noche, hoy no tardará la helada, me dice después de silbar al perro. El rebaño que lleva es grande, quinientas cabezas, sólo las hembras y algún cordero macho, precisa; debe darse prisa en volver, a estas horas en la paridera los pequeños ya aguardarán inquietos a las madres. Y para luego, para cuando la noche, a él también le esperará la lumbre prendida en la que calentar sus cuarteadas manos.

Sumerge sus pensamientos en lo más hondo del alma, y allí los deja reposar, recalar fondo. Con el silencio tranquilo como único testigo de sus cavilaciones, reflexiona Rainahar como sólo sabe hacerlo un sabio. La vida te habla si quieres escucharla, me dice siempre. Desea conocer, quiere saber, encontrar respuestas y finalmente comprender. Repasa uno a uno los encuentros, todos los descubrimientos del día: la sonrisa y la conversación amable del panadero al venderle el pan; el gesto preocupado de aquel otro vecino que le habló de su hijo en el paro; el leve respirar de la lagartija asomada bajo el matorral de tomillo, el enfado en el cielo del gavilán con el arrendajo; la soledad chillándole al oído al mediodía, la presencia seria de los árboles arrullándole en la siesta… la aparición de la luna preciosa como la uñita del pie de aquella niña que dejó en su tierra… El mundo se le presenta a Rainahar límpido e inmenso como su inocente y enorme corazón. Un filosofo, le digo yo cuando le vuelvo a ver, y hay tan pocos Rainahar… el mundo está tan lleno de ignorantes que creen saberlo todo y no son capaces de meditar ni reflexionar más de dos minutos seguidos...

Me sonríe el pastor y me hace la broma que esperaba bueno quizás algunos deberían ramonear, rumiar un poco como mis ovejas…Y rumia que te rumia también me alejo hoy yo con mis pensamientos y mis quejas. Quizás la sabiduría está más dentro del corazón de lo que creía, veremos si la encuentro.

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