LA MEMORIA DEL AGUA
(9 de febrero de 2013)
Las fuentes salpican de rumor los cielos silenciosos en torno a Teruel. Todavía manda la noche y duerme la rana en el fondo. Misteriosas flores fuera de temporada se bañan en la luna; las contempla un instante mudo el ruiseñor; vuelto, canta luego tímido al sonido de campanas venidas desde lejos. La ciudad empieza a despertar. La mañana será fiesta y la tortilla, convidada esencial, espera en la cocina el abrazo del pan y el rebozo escandaloso y gritón del papel de aluminio. Días templados, tal vez días fríos, da igual: la celebración del Sermón, año tras año, marzo o abril, conduce a la ciudad hasta la orilla del agua.
Ese martes se derramarán las fuentes, correrá más profundo el río, y la magia líquida será un implacable imán. Fuentes de la Salud, fuente de Las Atarazanas, Fuente Cerrada, Fuente del Chorrillo, Los Baños, el camino del Carburo con el nacimiento del río Turia y la vega con el salto de la acequia vecina, el Balsón, el pantano del Arquillo, la laguna de Tortajada… el Teruel acuático celebra en cantarina compañía la fiesta. Fluyen agua e historia unidas para centenares de generaciones de turolenses en un hilo invisible del paisaje. Barranco de Valdelobos, Barranco Oscuro, Peña de Marisancho, Masia de la Gasconilla, Rambla de Barrachina…. la fuerza de las palabras trae a la memoria de los caminos recuerdos de gente antigua, historias de caminantes que aún retumban, si se atiende, bajo el fragor de las tormentas; transitan juntas sombras y luces: en la memoria del agua todo es instante.
Escarcha de primavera, comienza a deshelar y por las blancas paredes de caliza se escapan en pequeñas venas el agua sobresaltada. Quedarán otros días para recogerla, tal vez para beberla en el cuenco de las manos, habrá otras meriendas, otros paseos, incluso algún latido en las fuentes más pequeñas, las olvidadas, las casi perdidas.
Fuente Cerrada, la hermana mayor, la más afortunada, recibirá de rojo y verde, arcilla y pinos entre columpios y parterres; mientras, el musgo callado de Las Fuentes de la Salud aspirará, siquiera, a sacudirse las polvorientas huellas de coches hollando sendas que nunca debieron dibujarse; en la vecina carretera de Cuenca, la vieja carretera, la de las flores blancas de acacia y de saúco, bajo el reino de la solemne sequoya, las piedras de la fuente del Chorrillo aguantan la desidia.
Pero no nos abrumemos que sólo (¡y nada más y nada menos!) estábamos hablando de fiesta en nuestras fuentes… sonriamos pues porque continúa el día festivo y por fin también las sombras tomarán su merienda mientras la música curva el día. Como pájaros que vuelven a casa antes del amanecer se deshará en el sueño la alegre compañía. Pero las fuentes velan siempre, nunca duermen: dentro de la ciudad la del Torico, la pétrea del Dean, la de Torán, la de San Juan, las humildes de los parques, la del agua remansada de los Franciscanos… aguardarán ahora, como sus hermanas silvestres, gusanitos de luz y ninfas de trenzas violeta.
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