Albada 291

                                    (Jan Havickszoon Steen, Una escuela, s. XVII)

DEL ENGLISH Y OTROS
 (6 de mayo de 2012)

Oír a Roberto Mancini “discutir” con Alex Ferguson es una experiencia cuando menos peculiar – hago aquí un inciso: la etimología de “discutir” viene del latín discutere, que deriva a su vez de quatere (sacudir); discutir sería pues “agitar para separar”. Así como en Roma se comprobaba si las raíces de una planta eran fuertes y vigorosas sacudiéndole la tierra, cuando se “discute” uno alborota, estremece las palabras para comprobar finalmente si contienen argumentos consistentes –.

Pero no piensen (los que hayan reconocido los dos nombres del inicio) que voy a escribir hoy sobre fútbol, ni mucho menos del fútbol inglés. Simplemente me gustaría reflexionar aquí un poco precisamente de esto último, del “inglés”, mejor dicho, de la lengua inglesa, o más bien, del deseo de “comunicarse” y del cómo conseguirlo pese a complejos y dificultades en otro idioma.

Escuchando por televisión las declaraciones de ambos entrenadores es clara la diferencia. El apasionado entrenador del Manchester City utiliza un inglés pobre en vocabulario y mal estructurado (no olvidemos que este descendiente del Imperio Romano lleva poco tiempo en la dulce Albion) pero su expresividad, su vehemencia, su evidente poder de comunicación le hacen rico en cientos de matices y consigue que su inglés “macarrónico” (así lo calificaron en televisión) “transmita” con suma viveza su pensamiento, su sentir, incluso en una lengua que no es la suya y que , claramente se aprecia, no domina.

A su lado, Alex Ferguson, habla del United y expone su opinión con la solidez y la precisión de un inglés inmejorable, pero no por ello comunica más y mejor.

Se esté o no de acuerdo con la postura del entrenador del City, no hay duda de que es admirable su talento para “hacerse entender”, que no conoce el ridículo ni se achica ante la falta de “medios lingüísticos”. Lo que ocurre es que a los que le escuchan, a los seguidores de uno y otro equipo, a los aficionados al futbol en general, les importa su “mensaje” y él ha sabido plenamente transmitirlo: misión cumplida, pues.

En nuestro país quizás lo calificaríamos de osado y nos avergonzaría, o lo llamaríamos ridículo, en todo caso cuando una figura pública española, especialmente en el caso de un político, se dispone a “expresarse” en otro idioma todos nos ponemos a temblar (memorables experiencias con ex-presidentes hemos tenido, y es, desde luego, para esperar lo peor).

Pero quizás ese sea el error: el complejo, el miedo a hacer el ridículo, a quedar en evidencia es el que nos convierte en rehenes de nuestro propio deseo de “hablar bien en inglés” (evidentemente ocurre lo mismo con el francés o cualquier otro idioma)

Esta semana he oído el discurso de bienvenida a los miembros del BCE del Presidente Artur Mas (More President como lo llamó la traducción automática en la web oficial de la Generalitat de Cataluña y que también desdobló al Consejero de Agricultura, José María Pelegri, en Joseph and Mary Pilgrim, o al titular de Cultura Ferran Mascarell en Ferdinand and Mascarell, entre otros muchos desvaríos “googleros”).

Oí, como digo, el breve discurso del Presidente en inglés y antes de “sonreírme” intenté “corregirme” pensando en lo que aquí vengo explicando: que hay que empezar de una vez a atreverse a hacer el ridículo, a valorar más la disposición del que se atreve con la otra lengua que el temor a que no lo haga bien, es decir un esfuerzo por parte del que lo intenta y por parte del que lo escucha. Perder el miedo y querer transmitir, esa es la clave. Ya que pedimos a nuestra juventud que se esfuerce en aprender idiomas, en saber el “indispensable y obligatorio” inglés, hagámoslo nosotros sin miedos escénicos ni complejos. Total, risas aparte y tartamudeos nerviosos, lo importante (cómo muy bien sabe el inefable Mancini), lo que queremos todos, es que… ¡gane nuestro equipo!

1 comentario:

  1. Muy interesante y una verdad como un piano, toda la vida aprendiendo inglés sobre el papel y nos avergüenza hablarlo, para qué tanto esfuerzo...
    Pasaré la albada a mi hijo, estudiante y futbolero, seguro que aprende y le sirve para perder el miedo a comunicarse en inglés...
    Gracias Ana!!
    Teresa

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